Si hay algo que me toca las narices son los ciclistas que dándoselas de sanos-ecológicos-respetuosos van con la bici hasta el último confín, independientemente de que esté prohibido o de que el paso de su bicicleta pueda dañar el entorno.
Aquí en Alesia no fue distinto. Saltándose la valla que cierra el paso a los vehículos, este grupo de incongruentes imbéciles colaron sus bicis en el yacimiento arqueológico e incluso las subieron al monumento de Vercingetorix para hacerse la puta foto con sus bicis, como no.
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