El escritorio de la foto lo recuperó mi padre de un almacén del liceo en el que trabajaba en Borgoña. Hicieron limpieza en un almacén y allí aparecieron decenas de viejos escritorios de los que había en las aulas a principio del siglo XX. Muchos estaban en mal estado y acabaron en la basura. Mi padre recuperó éste para sus hijos.
En este escritorio hemos dibujado y escrito sus cuatro hijos. Cuando nos hicimos grandes yo me negué a separarme de él. Así que a lo largo de mi juventud lo fui llevando conmigo, en cada mudanza lo he trasladado. No recuerdo cuanta gente ni cuantas veces me han dicho que me deshiciera de él pero siempre me negué.
Me ha acompañado toda mi vida y ahora son mis hijos los que escriben y dibujan sentados en él.