He vuelto.

Sainte Madeleine de Vezelay, donde se inicia el Camino de Santiago.

Sainte Madeleine de Vezelay, donde se inicia el Camino de Santiago.

Hace 21 años dos amigos subían esa calle para empezar una gran aventura: Hacer el Camino de Santiago desde el sepulcro de Maria Magdalena hasta el del apóstol Santiago.

Aquí empezó un largo camino de más de mil kilómetros con dos gruesas mochilas y toda la fuerza y ánimo del mundo.

Fue un camino muy duro, nada que ver con ese paseo que supone hacer El Camino en España. Pasamos frío, andamos por carreteras tan estrechas que cuando venía un vehículo teníamos que bajar a la cuneta. Dormimos en albergues para vagabundos y en un castillo. Nos refugiamos de la lluvia en casas ruinosas y abandonadas… Pero no me arrepiento, fue una experiencia de vida única.

Hoy he regresado al hogar de los peregrinos para agradecer su recibimiento de entonces. Ya no están las hermanas franciscanas que nos agasajaron con café sin leche ni azúcar porque eran pobres y no consumían esos manjares. Su convento cerró y ahora un patronato se encarga de la casa.

Un amable señor entrado en años gestiona ahora el lugar. Habiendo sido él mismo peregrino me ha pedido que nos tuteemos y en español y francés le he contado nuestra aventura, tal y como prometimos a aquellas franciscanas que haríamos.

Ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.

Hay momentos en la vida en que dudas. Hasta ahí todo normal, lo que ya no es normal es que el televisor te plantee dudas existenciales tempranito por la mañana.

No existe, ¿deseas borrarlo?

Me pasó hace unos días en casa de unos amigos. Una combinación de teclas equivocada en el mando a distancia y la fatídica pregunta apareció en el televisor:

no existe. ¿Desa borrarlo?

Uff! Ya estamos con el mineralismo… ¿Que o quien no existe?

¿Porque debería borrarlo?

Y además, ¿si no existe como demonios piensa borrarlo?

¿Alguien sabe cuantos son 400 dracmas?

Donar el cordón umbilical no es tan fácil…

Esperando mi turno en el centro de salud veo un reportaje sobre las donaciones de cordón umbilical en el momento del parto.
Es fácil,
Es gratuito,
Ayuda a otros…

Durante todo el embarazo de Ariel dejamos constancia de nuestra intención de donar el cordón. Siempre nos remitieron al matrón en el momento del parto.
A diferencia de la donación de órganos no existe ningún documento dónde dejar constancia escrita de nuestra voluntad. O eso nos dicen.

En admisión, habiendo roto aguas Paloma, recalcamos a los ginecólogos que nos atienden que queremos donar la sangre del cordón. «a la matrona» se nos vuelve a decir. Nadie toma nota, no rellenamos ningún impreso.

Durante las 16 horas que estuvimos en la sala de dilatación volvimos a sacar el tema. «sí,sí, claro que sí».

Al parto sólo entra la matrona con una enfermera. Cuando por fin nace mi hijo y lloramos y besamos le pregunto a la matrona.
Ella se disculpa diciendo que se le ha olvidado,, pero que ese es un proceso complejo que requiere la participación de más personal sanitario, que teníamos que haberlo solicitado con antelación. La matrona reconoce que no existe ninguna solicitud y todo son acuerdos de palabra.

Mi hijo nació con la suerte de contar con unos padres y una hermana que le quieren.

Las personas que hubieran podido beneficiarse de las células madre de su cordón contaron con la mala suerte de un parto en navidad, con el personal celebrando las fiestas en la sala de enfermeras y fuera del hospital. La mala suerte de una matrona de mal humor porque había discutido con los médicos y por trabajar el día de su cumpleaños.

La mala suerte de un protocolo mal hecho que deja la donación no a la voluntad de los padres sino al humor del sanitario de turno.

Esas células madres que queríamos que fueran un regalo para quién las necesitara acabaron en la basura junto con nuestras esperanzas de que nuestro hijo comenzara su vida con una buena acción .