El turista indecente

Hace unos días visité las playas del desembarco. Un lugar cargado de significado histórico y que, personalmente, me impone mucho.

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Visitando la playa de Utah-Beach, donde desembarcará el General Leclerc, unos adolescentes saltaban sobre los blindados allí expuestos. No dudé en llamarles la atención.

«estos no son columpios. Es un monumento. Bajad de ahí. Un poco de respeto, por favor.» Sigue leyendo

El acoso en circulación

Si un imprevisto me obliga a frenar de pronto, el trailer que me sigue a apenas unos cuatro metros de distancia ¿podrá frenar a tiempo o me arrollará?

Desde el pasado mes de septiembre viajo a diario a la vecina ciudad de Linares. Eso hace que comience a conocer en profundidad la jungla de asfalto que si bien en los noventa eran las calles de una ciudad ahora bien podría decirse que son las autovías y carreteras. ¡Vaya elenco de agresivos, torpes, listillos y arriesgados que se encuentra uno en la carretera.

el vehículo de detrás me está acosando ante la imposibilidad de adelantar

acosando ante la imposibilidad de adelantar

Hay toda clase de artimañas y trucos en la conducción temeraria pero sin duda él más usado en mi trayecto diario es el acoso: El conductor que te sigue no puede adelantar por la razón que sea (obras en el caso de la primera foto, tráfico contrario en el caso de la segunda) y por ello decide acosarte para conseguir que conduzcas más rápido. Incluso mucho más allá del límite de velocidad.

 

El viernes pasado un conductor llevó su acoso mucho más lejos y mientras yo procedía a cambiar de carril para adelantar un camión, el hijodeputa, que no tiene otro nombre, se metió en el arcen y comenzó a avanzar a gran velocidad en el poco espacio entre el guardarail y mi coche, tratando de obligarme a volver al carril derecho.

Que yo lleve una pegatina de «niños a bordo» y que desde detrás se distingan perfectamente las dos sillas de seguridad de mis hijos le importó bien poco. Y la verdad es que si hubiera llevado a mi familia en el coche hubiera cedido a su acoso para proteger a los míos pero para su desgracia yo no llevaba a los niños así que sujeté con fuerza el volante, pulsé el claxon de continuo y me mantuve en mi posición. Sólo entonces frenó y se colocó justo detrás de mi para adelantarme justo en el momento en el que yo volvía a mi carril.

 

Existe un truco contra estos asesinos en potencia, aunque no siempre funciona (se ve que se lo saben):

Cuando un coche te acose coloca tu pie encima del freno y písalo ligeramente. Tu coche no reducirá la marcha pero se encenderán las luces de freno y el conductor que te acosa pensará que estás frenando con lo que frenará también.

Pero repito que no siempre funciona y yo me he encontrado ya a más de uno que acelera cuando tú pisas el freno, como diciendo «aquí él que asusta soy yo«.

El truco que siempre funciona es la paciencia, la cordura y mantenerse alerta. No hay suficientes policias en las carreteras para pillarlos a todos así que cuando te acosen haz lo que yo: respira hondo, sujeta firme el volante y manten la calma. Cuando ya me ha adelantado y ha pasado el peligro entonces me desahogo gritándole de todo (bueno, salvo si voy con los peques, que trato de ser más comedido, jeje).

Unos quieren hacer memoria, otros prefieren que todos olvidemos

Días después de la sublevación del 36, se dictaron órdenes específicas para no inscribir a las víctimas con la clara intención de dejar el menor rastro posible
[…]
Las familias que han solicitado la inscripción casi siempre se han encontrado con un inconveniente en los juzgados: aportar testimonios presenciales, de primera mano.

tomado de La ‘Libertaria’ muere de forma oficial 75 años después

¿Irónico, verdad?
Es la familia,
la que sufrió el mal en sus carnes,
la que ha padecido en silencio durante 40 años de dictadura,
la que no tiene un lugar dónde honrar a sus familiares asesinados,

Es la familia la que tiene que demostrar que su familiar, más de 70 años después, no está de parranda sino en una fosa.

Por cierto, señor juez, las mismas fosas que nos impiden abrir. Y no son pocas.

¿Te gusta conducir? ¡Aprende a conducir!

A los locos de la carretera se os ve venir, casi siempre, y así me da tiempo a prepararme para lo peor, para la mayor estupidez.

Todavía en la línea contínua amarilla, por obras, pero tú vas sobrado así que me adelantas antes de que llegue la discontinua.

Hace rato que pasamos el aviso de «desvío provisional» que nos pide moderación en la velocidad pero parece que eso te da igual.

Apenas quedan unos metros antes de la primera banda reductora de velocidad pero tú ya sabes como pasarla sin soltar el acelerador: Sólo es necesario permanecer en el carril contrario hasta pasada la curva.

Lo que hiciste no sólo es peligroso para tí, sobre todo lo es para los demás.

Yo llevo una pegatina bien grande de «bebé a bordo». Hoy mis hijos no iban en el coche pero a la velocidad a la que me pasaste no podías saberlo. Te hubiera agradecido que dieras importancia a esa pegatina, pero no la viste como no me viste a mi. Sólo viste un obstáculo en tu carrera, un objeto en la vía que te obligaba a frenar, por Dios, tu estupenda máquina.

No espero que aprendas, nisiquiera que reflexiones porque conduces tu coche como conduces tu vida, sin respeto por los demás, sin saber todavía, a estas alturas de humanidad, lo que significa vivir en sociedad.

Lo peor es que no eres el único.

Educación no es represión

Este mediodía no he podido menos que exclamar un bufido al oir la última ocurrencia de una de nuestros políticos.
Ya que no podemos con la educación dediquémonos a reforzar la represión. Cualquier educador diría que ante la violencia en las aulas la solución está en reforzar la educación. Tal y como se muestra en el vídeo anterior nuestros hijos sólo repiten nuestros comportamientos.

Y no quiero con esto echarle la culpa a los padres solamente. ¿Como estamos llevando la democracia el autodenominado Primer Mundo a paises como Irak o Afganistán?
¿Acaso nos creemos que los niños no se dan cuenta de la cantidad de situaciones que los adultos resolvemos a través de la violencia?
Desde el taco que le soltamos al conductor que nos adelanta indebidamente por la carretera hasta el mal gesto que le dedicamos al que nos cabrea.

Mayor represión no dará a nuestros hijos más respeto por sus mayores pero si es posible que consiga más votos.

Aunque seamos padres, seguimos siendo hijos


Cuenta una leyenda de Jaén que un hombre joven llevaba a su padre al asilo porque no podía seguir haciéndose cargo de él. Lo llevaba sobre su espalda, cuesta arriba, por el barrio de la magdalena en dirección al hospicio.
A llegar a la fuente, lo dejó sobre una peña y se acercó a beber agua cuando se giró para preguntarle a su padre si quería agua vio que éste lloraba.
– ¿Porque lloras padre? Ya lo hablamos, sabes que no puedo mantener más bocas en mi casa.
El padre le contestó entre lloros:
– Porque yo también paré en esta fuente y dejé a mi padre sobre esta peña camino del hospicio.

El hijo se acercó a su padre, le besó, lo cargó sobre su espalda y regresó con él de vuelta a su casa.

La vida sin mi Ele

Bueno, pues se acabó mi primer año de conductor y mi querida «ele» que me acompañó todo este tiempo ya se ha bajado de la luna trasera.

montaraz_con_ele

A mucha gente le averguenza lleva la ele sin embargo yo le he encontrado más ventajas que inconvenientes:

En general podemos clasificar a los conductores en buenos conductores y malos conductores.

Los buenos conductores veian mi ele y tenían paciencia conmigo cuando aparcaba, cuando calaba al salir de un semáforo en cuesta y otros problemas habituales de los novatos al volante.

Incluso una vez se montó uno conmigo dejando el coche a un amigo para sacarme de un apuro. Y tan normal.

Los malos conductores veían mi ele y apretaban el acelerador. Daba igual que fuera en ciudad o en carretera, en cuanto veían mi ele salían disparados con lo que me los quitaba de encima rápido. Claro que de vez en cuando me procuraban un mal rato con adelantamientos peligrosos, por la derecha o en rotondas pero enseguida apretaban el acelerador así que mi consejo para todos los que aún llevais la ele y los que algún día esperais llevarla es que os mantengais a vuestra velocidad, que los gilipollas ya se encargarán de acelerar para perderos de vista.

Ahora sin mi ele soy un conductor más en la marea metálica que recorre calles y carreteras del planeta.