He vuelto.

Sainte Madeleine de Vezelay, donde se inicia el Camino de Santiago.

Sainte Madeleine de Vezelay, donde se inicia el Camino de Santiago.

Hace 21 años dos amigos subían esa calle para empezar una gran aventura: Hacer el Camino de Santiago desde el sepulcro de Maria Magdalena hasta el del apóstol Santiago.

Aquí empezó un largo camino de más de mil kilómetros con dos gruesas mochilas y toda la fuerza y ánimo del mundo.

Fue un camino muy duro, nada que ver con ese paseo que supone hacer El Camino en España. Pasamos frío, andamos por carreteras tan estrechas que cuando venía un vehículo teníamos que bajar a la cuneta. Dormimos en albergues para vagabundos y en un castillo. Nos refugiamos de la lluvia en casas ruinosas y abandonadas… Pero no me arrepiento, fue una experiencia de vida única.

Hoy he regresado al hogar de los peregrinos para agradecer su recibimiento de entonces. Ya no están las hermanas franciscanas que nos agasajaron con café sin leche ni azúcar porque eran pobres y no consumían esos manjares. Su convento cerró y ahora un patronato se encarga de la casa.

Un amable señor entrado en años gestiona ahora el lugar. Habiendo sido él mismo peregrino me ha pedido que nos tuteemos y en español y francés le he contado nuestra aventura, tal y como prometimos a aquellas franciscanas que haríamos.

El miedo al olvido

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Si algo teme la humanidad es el silencio y el olvido. Los poderosos levantan mauseleos, grandes obras arquitectonicas, los mas humildes nos conformamos con las tumbas y yo, francamente, prefiero visitar el cementerio de un pueblo que el valle de los caidos.

Visité este pequeño cementerio normando hace unos dias. Nada mas pasar por la puerta el silencio se hace completo, nada de lo que sucede en el exterior de sus muros parece importar, es otro mundo.

cementerio normando

Me impresiono ver entre tanta tumba imponente este humilde sepulcro. La placa blanca no deja duda y el mensaje me encogió el corazón:

A nuestro hijo, a nuestro nieto. No te olvidaremos.

Queremos que la memoria no desfallezca, queremos vivir para siempre en el recuerdo de nuestros seres queridos pero el tiempo es mas fuerte y hasta la piedra de nuestras tumbas se resquebraja.

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Los nombres quedan ilegibles con el musgo y la erosión. Y llega el día en que quienes dejan flores en mi tumba ingresan en la suya y mi memoria, poco a poco, va muriendo. Tempus fugit.

El acoso en circulación

Si un imprevisto me obliga a frenar de pronto, el trailer que me sigue a apenas unos cuatro metros de distancia ¿podrá frenar a tiempo o me arrollará?

Desde el pasado mes de septiembre viajo a diario a la vecina ciudad de Linares. Eso hace que comience a conocer en profundidad la jungla de asfalto que si bien en los noventa eran las calles de una ciudad ahora bien podría decirse que son las autovías y carreteras. ¡Vaya elenco de agresivos, torpes, listillos y arriesgados que se encuentra uno en la carretera.

el vehículo de detrás me está acosando ante la imposibilidad de adelantar

acosando ante la imposibilidad de adelantar

Hay toda clase de artimañas y trucos en la conducción temeraria pero sin duda él más usado en mi trayecto diario es el acoso: El conductor que te sigue no puede adelantar por la razón que sea (obras en el caso de la primera foto, tráfico contrario en el caso de la segunda) y por ello decide acosarte para conseguir que conduzcas más rápido. Incluso mucho más allá del límite de velocidad.

 

El viernes pasado un conductor llevó su acoso mucho más lejos y mientras yo procedía a cambiar de carril para adelantar un camión, el hijodeputa, que no tiene otro nombre, se metió en el arcen y comenzó a avanzar a gran velocidad en el poco espacio entre el guardarail y mi coche, tratando de obligarme a volver al carril derecho.

Que yo lleve una pegatina de «niños a bordo» y que desde detrás se distingan perfectamente las dos sillas de seguridad de mis hijos le importó bien poco. Y la verdad es que si hubiera llevado a mi familia en el coche hubiera cedido a su acoso para proteger a los míos pero para su desgracia yo no llevaba a los niños así que sujeté con fuerza el volante, pulsé el claxon de continuo y me mantuve en mi posición. Sólo entonces frenó y se colocó justo detrás de mi para adelantarme justo en el momento en el que yo volvía a mi carril.

 

Existe un truco contra estos asesinos en potencia, aunque no siempre funciona (se ve que se lo saben):

Cuando un coche te acose coloca tu pie encima del freno y písalo ligeramente. Tu coche no reducirá la marcha pero se encenderán las luces de freno y el conductor que te acosa pensará que estás frenando con lo que frenará también.

Pero repito que no siempre funciona y yo me he encontrado ya a más de uno que acelera cuando tú pisas el freno, como diciendo «aquí él que asusta soy yo«.

El truco que siempre funciona es la paciencia, la cordura y mantenerse alerta. No hay suficientes policias en las carreteras para pillarlos a todos así que cuando te acosen haz lo que yo: respira hondo, sujeta firme el volante y manten la calma. Cuando ya me ha adelantado y ha pasado el peligro entonces me desahogo gritándole de todo (bueno, salvo si voy con los peques, que trato de ser más comedido, jeje).

Elijo la vida

mi hija, mi esposa, mi padre y yo.

 

El hombre  que sale en la foto junto a mi se llama Federico, es enfermo de Alzheimer y es mi padre. La foto tiene dos años y ya entonces mi padre tenía serías dificultades para recordar el futuro inmediato.

Hoy mi padre es la sombra de lo que fue. Demacrado, con una importante pérdida de masa muscular y con la mente inconexa la mayor parte del tiempo. Hace ya varios meses que es incapaz de articular palabra así que en los pocos momentos de lucidez lo pasa mal porque no puede comunicarse.

Ahora está ingresado en el hospital tras sufrir, el pasado fin de semana un fallo multiorgánico provocado al parecer por una fuerte deshidratación ya que su cuerpo no asimila bien la comida.

En mi entorno son varias las personas que han tomado la decisión de abandonar y que me aconsejan ¿quien se lo ha pedido? que abandone: «ese ya no es tú padre», me decían el otro dia, «es una cáscara vacía» y varios más argumentaban acerca de la eutanasia y la necesidad de terminar ya con esto, demostrando un gran desconocimiento sobre la enfermedad y su desarrollo en la persona. Esto no es más que un trecho del camino, el Alzheimer es así.

Llama especialmente la atención los comentarios de personas que se definen como católicos, y de misa todos los domingos, y que sin embargo consideran que mi padre «ya no es» y que hay que «acabar con su sufrimiento».

He oído toda clase de argumentos pero ninguno de ellos parte de la humanidad. Ninguno ve a mi padre como una persona, como un ser humano, como el poseedor de una vida, una historia, un don mágico que la enfermedad corroe y a veces incluso me da la impresión de que corroe también el recuerdo que las personas cercanas tienen de mi padre. Para que sus argumentaciones tengan validez ha sido necesario despojarlo de toda humanidad.

Debeis decidir que hacer decía uno y yo lo tengo claro. Tan claro que ni me esfuerzo en discutirlo con nadie ni trato de convencer a nadie de ello.

Yo elijo la vida.

Elijo continuar contigo, papá, continuar visitándote siempre que pueda,

Elijo continuar llevándote el periódico para leerte las noticias,

Elijo seguir contándote como crecen Abril y Ariel, enseñarte fotos y contarte como Abril continua preguntando cuando podrá visitarte.

Elijo continuar el camino, que nunca fue fácil, y acompañarte hasta el final. Porque desgraciadamente el final está ahí y soy muy consciente de ello. A unas horas, a unos días o unos meses. Hasta puede que suceda mientras escribo estas líneas pero eso no es lo importante. Lo importante es mi padre.

Tener Alzheimer es terrible, pero ver como la gente te da por muerto simplemente porque no eres capaz de recordar quienes son es aún más doloroso pero para mi era más que previsible esta actitud. Esas personas esperarán seguramente un trato mejor cuando les llegue la hora pero deberían pensar entonces que uno recoge lo que siembra.

Aunque seamos padres, seguimos siendo hijos


Cuenta una leyenda de Jaén que un hombre joven llevaba a su padre al asilo porque no podía seguir haciéndose cargo de él. Lo llevaba sobre su espalda, cuesta arriba, por el barrio de la magdalena en dirección al hospicio.
A llegar a la fuente, lo dejó sobre una peña y se acercó a beber agua cuando se giró para preguntarle a su padre si quería agua vio que éste lloraba.
– ¿Porque lloras padre? Ya lo hablamos, sabes que no puedo mantener más bocas en mi casa.
El padre le contestó entre lloros:
– Porque yo también paré en esta fuente y dejé a mi padre sobre esta peña camino del hospicio.

El hijo se acercó a su padre, le besó, lo cargó sobre su espalda y regresó con él de vuelta a su casa.

CuentoParaNoPublicarlos nº7: Sobre Piedras

Ocurre a veces que la vida nos sobrepasa, la memoria se nos hace pesada y no sabemos que rumbo tomar. Pero también ocurres a veces que nuestra imaginación se libera y sin querer hacer nada creamos al amanecer un nuevo paisaje donde cabalgan nuestras alegrías y se esconden entre los arbustos nuestros miedos.
Esta es la historia de un paisaje que nació bajo las estrellas, tan fuerte fue su magia que al despuntar el alba permanecía aún en mi.

Esta historia versa…

Sobre Piedras

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