¿Te gusta conducir? ¡Aprende a conducir!

A los locos de la carretera se os ve venir, casi siempre, y así me da tiempo a prepararme para lo peor, para la mayor estupidez.

Todavía en la línea contínua amarilla, por obras, pero tú vas sobrado así que me adelantas antes de que llegue la discontinua.

Hace rato que pasamos el aviso de «desvío provisional» que nos pide moderación en la velocidad pero parece que eso te da igual.

Apenas quedan unos metros antes de la primera banda reductora de velocidad pero tú ya sabes como pasarla sin soltar el acelerador: Sólo es necesario permanecer en el carril contrario hasta pasada la curva.

Lo que hiciste no sólo es peligroso para tí, sobre todo lo es para los demás.

Yo llevo una pegatina bien grande de «bebé a bordo». Hoy mis hijos no iban en el coche pero a la velocidad a la que me pasaste no podías saberlo. Te hubiera agradecido que dieras importancia a esa pegatina, pero no la viste como no me viste a mi. Sólo viste un obstáculo en tu carrera, un objeto en la vía que te obligaba a frenar, por Dios, tu estupenda máquina.

No espero que aprendas, nisiquiera que reflexiones porque conduces tu coche como conduces tu vida, sin respeto por los demás, sin saber todavía, a estas alturas de humanidad, lo que significa vivir en sociedad.

Lo peor es que no eres el único.

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